Imágenes II




Sucre

Potosí es mágica, y esa magia ya nos había calado hondo. Tomar la decisión de continuar viaje no fue nada fácil, pero había que seguir moviéndose, aunque sabíamos que el recuerdo de esta ciudad maravillosa nos iba a seguir acompañando, y llenando de nostalgia. Nuestro próximo destino sería la Capital misma de este fabuloso país: Sucre.

Sumaj Orcko

La historia de la Villa Imperial de Potosí no es la historia de una ciudad sino, en realidad,  la historia del Cerro que la domina. Sin él, la ciudad no habría existido; o de haberlo hecho, de seguro sería muy distinta a la que hoy conocemos. Las riquezas ocultas en su interior movilizaron los celos y la codicia de los españoles, y se convirtieron en sentencia de muerte para millares de nativos que, forzados a trabajar en las minas, perdieron mucho más que tan sólo sus vidas…

Potojsi..




Envuelta en nubes de misticismo y realidad, la historia de la Villa Imperial de Potosí se fue modelando a través de más de 5 siglos de contrastes, dando como resultado una amalgama de sensaciones que el viajero experimenta a medida que recorre sus angostas callejuelas, y se deslumbra con un pasado colonial que el tiempo no ha podido borrar.

Imágenes I

 Algunas imágenes de Bolivia, con el Salar de Uyuni, Potosí y la Mina Kunti.

Inmensidad y soledad por doquier...

El tiempo nos dio una tregua. Tenues rayos de sol colándose entre nubarrones oscuros fueron abriéndose paso durante el transcurso de la mañana, re-definiendo un día que había amanecido gris y amenazante. Nos levantamos dispuestos a partir, y no le dimos al lugar la oportunidad de redimirse. Ya en la terminal de buses, y con el boleto de viaje en la mano, se nos ocurrió que quizás, este lugar tenía algo para ofrecernos ....

Bienvenidos a Bolivia ....

Nunca hice planes ciertos acerca de este viaje. Simplemente, había creado una “línea imaginaria” que, naciendo en la ciudad boliviana de Villazón (límite con Argentina), cruzaba este país en línea recta, y finalizaba de alguna manera en Cuzco (Perú). Cuántas, o que ciudades atravesaría, no tenía idea. Tampoco sabía cómo trasladarme. Ni cuánto tiempo podría demandar el viaje. Consideré que el hecho de arrancar mi itinerario con toda esta información significaría hacerlo de manera estructurada y, francamente, quería que el camino se impusiese y marcase el paso. Así lo sentí, y así fue     como (en gran medida), se fue dando ...